jueves, diciembre 27, 2007

Muere un joven en Portugal.
Los estudios son contundentes: lo mató la cirrosis.
Al entrar a su casa, la milicia descubre una computadora encendida, un monitor que agoniza en gama y frecuencia de barrido.
Puchos.
Vidrios sucios.
Un diario viejo tratando de esconder el piso.

Las pericias son de rutina.

En Informe lo llamativo es la carpeta "correo enviado".
Concluyen lo siguiente:

"Durante los últimos 5 años mando mails periódicamente sin recibir ningún tipo de respuesta, a una casilla, que según creemos esta abandonada" (pero aun, dice un poli de bigote, tiene capacidad de sobra)

.

Ahora, los mails estan siendo leídos en la seccional quinta. Un sargento de voz ronca disfruta palabra por palabra, aunque finge encontrar una sesuda clave geométrica/matemática que permitirá esclarecer la debacle, en cada nuevo párrafo.

miércoles, diciembre 19, 2007

Panorama:

En la habitación de la planta baja
tras una pared de cristal
que da a un pasillo y a una escalera
hay unos 17 abuelos (aproximadamente)

Un promedio de edad de 78 años
sumando una media de 683280 horas vividas.

Se sientan en ronda, para mirarse las caras,
desde acá afuera, plasmado en el cristal, el sol es una mancha de arco iris.

Hablan entre si, algunos
otros, con un yo ausente y profundo.

Textualmente, dice una señora mayor
(sin saber que grita)
"no quiero venir más porque no puedo escuchar,yo ya no escucho"
Ella hablaba seguido con el silencio protagónico del tiempo.

Los martillazos de fondo.
El polvo.
En el paladar, el concreto sabor de tosca y ladrillo.

Hay albañiles.
Hay bolsas de plástico duro, contenedores.

Hay inodoros arrancados desde la raíz
a un costado del pasillo,
herradura de culo sobre herradura, apilados
y los tubos de PVC, como antenas
de un mecanismo inentendible.

En el primer piso, una oficina se desarma.
los biblioratos circulan, intercalados kilos
entre intestinos de pared, el tramo final
de lo que puede llamarse su ciclo de interés.

Fueron importantes en su momento.
(estructura de y para)

Martillazos.

Es imposible determinar
a ciencia cierta
la edad de los albañiles.
Si medimos en el sentido de la vitalidad
Si medimos en el sentido de pliegues, de asperezas.

Hace calor, las transpiración que cae al piso
se hace barro y después cemento.

La cal, que flota, diverge los rayos de luz.
Los martillazos tapan el murmullo de los ancianos.

jueves, diciembre 13, 2007

la temperatura del asfalto se remonta
en un ascendente efecto desbastador.
en la ciudad los cuerpos transpiran
distintos a los cuerpos del campo.

Un topo desconcertado cavando un zigzagueante trayecto vertical
es el responsable de la raja atonal que se imprime en el lateral del edificio ese.

En la ciudad los cuerpos transpiran
como transpira un solo cuerpo.

Los autos raspan el asfalto y sale humo,
sale polvo que se pega rebozando a la plebe
desarticulando el certero mecanismo del foco.

Entonces cuando esa ventanilla se baja
cuando el aire frío contenido en el interior y la piel
del pelado que maneja se une con la masa restante de mundo
no es un acto mayor en relevancia.

Inenarrable incluso si no fuera por
el signo visual que subyacentes en el esbozo de curvatura de esos labios
el exponencial trayecto de un escupitajo lento, que acude a un ultimo recurso para su funcional razón de ser
(de no manchar al portador, al tapizado)
a un brusco movimiento de cuello.

lunes, diciembre 10, 2007

Uno nuca sabe cuando esta parado ante el escalón del olvido.
Uno avanza y mientras las gotas se someten a la monarquía tirana de la física, nosotros manejamos una lógica floja " es el otro, es mucho mas allá, falta"
Hoy hago un asiento en una especie de haber de un libro inexistente, no quiero olvidar que una vez acaricie la muerte (fa que me puse poético). Vamos con otro intento: ¿toque sus limites?¿me adentre en una especie de plasma que se considera ya su territorio?. No prefiero mantener la primer analogía. Si, la encontré, la vi, la note, la acaricie.
Es mañera, si no es voluntaria (sepa uste') y tiene eso de mujer (personalmente lo sentí así) que insinúa y que te dan ganas de seguir un diferencial, un poco mas allá.

El relato objetivo:
En un camioneta chevrolete blanca doble cabina (nueva de dos semanas, importante detalle técnico), partimos mi padre y yo (en calidad de: acompañante matero con opción a maneje) a un campo por la zona de General Villegas. Salimos a las 4 de la mañana porque teniamos que llegar alla y volver en el mismo día. A esa hora, había mucha niebla, casi a igual proporción que noche (era invierno, respirabamos humito). A los cuarenta kilómetros de Bahía, estando permitidamente somniolento, después de una curva a la distancia promedio de 20 metros (que es mas o menos la visibilidad que te permite la luz baja) hay un acoplado que se cruza en la ruta, obstruyendo a la perfección el paso. Hablando de terreno: la ruta va como por el centro de una loma, siendo las banquinas de la misma una especie de laderas. Por suerte, no estoy al volante, voy a ser espectador pasivo, voy a frenar tensionando los gemelos un freno inexistente, voy a volantear frunciendo la frente. El piloto, mi padre, es quien da el volantazo real, para escapar de este primer planteo mural y encarar el segundo ejercicio.
Dice dos: una vez realizado "uno", saber que se encuentra frente a la cabina de el anterior acoplado, se entiende? o sea el camión, la parte motora de la otra masa inerte. Y ahí es donde yo vuelvo a tensionar, mejor dicho a tensionar lo tensionado. Y ahí es donde mi padre se vuelve a lucir, es otro volantazo preciso que nos permite terminar en un espacio de semi intemperie (vale aclarar: en la posición del vehículo originalmente sugerida). Objetivo, es que le pegamos en algún punto al camión, la parte trasera esta dañada. Objetivo es el silencio (unos 20 segundos) de ambos mirando fijos al frente. Se reacciona, es mi padre que abre la puerta y grita en una voz ajena "Boludo".
Grita: "boludo" y busca al destinatario, al constructor de la desubicada pared.
Y se baja y pregunta a una especie de sobre, el porque no señalizo la ruta, mientras yo sigo con la mirada el frente, duro, frenando todavía.

miércoles, diciembre 05, 2007

Vean lo siguiente: una chica joven se duerme en un colectivo. Un primer marco es la ventana. Deben ser algo así como las 22:15. El vidrio es atravesado mayoritariamente por oscuridad (la calle Medrano antes de Córdoba es bastante arbolada). Todos los locales cerrados. La luz llega con intensidad promedio de 50W en sincronismo con el movimiento del micro (gracias a los novedosos sensores de proximidad). Llega la luz de los spot que dan estructura y color a los lobbies, llega del irregular funcionamiento del alumbrado publico. Llega la luz y todo es remasterizado por un alternador, la velocidad oxidada, la vibración interna, lentes de lectores insistentes, dos focos de mala muerte. Su perfil se recorta. Parece perfecta intermitente. La cara se deja ver tal cual la queremos ver. El erotismo no es mas que una invitación a proyectar. Todo lo que queda afuera de la luz, todo ese material, es lo que invita a reconstruir el cansancio, el saber certeramente que esta soñando con su cama, que le quedan unos pocos segundos de perfume.

Vean esa foto.