Antes tenían espejos
Subís al piso cuatro, anuncia una voz robótica y femenina.
Subís en un ascensor de esos que cierran herméticos, institucionalmente preocupantes, donde los laterales pulidos son cunas de reflejos.
Subís (y es esta la grosera omisión de la voz) con otras tres viejas que ya estaban cargadas, y que por un momento crees que fueron deliberadamente seleccionadas.
No es casualidad, te decís, que no haya una igual de vieja que otra, que parezcan abarcar entre ellas todas las clases sociales, todos los tipos de olores.
Son un muestrario promedio de futuro y decadencia, un aval identificatorio de muerte obligada, un signo indicial Pierceano de maquinaria descompuesta, otras tres paredes sugestivas de ascensor.
Suspiras. Sabes de que se trata.
Se abre la puerta en el piso dos.
Decidís bajar y subir dos pisos restantes por escalera.
sábado, septiembre 05, 2009
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5 comentarios:
ya sabia yo que pierce iba a aparecer entre tus escritos... aun espero por levi-strauss
encantador.
me gusta que hables de viejas.
compai, cuando venis?
dale maestro!
chiflame cuando el shin tenga la plata de las publicidades
abrazote
muy difícil la actividad que me pedís.
opto por ponerle una energía a que nuestra comunicación continúe más no sea a través de nuestros blogs.
parece que va a haber un revival de los blogs, lo vaticino.
Ay con los ascensores, que siempre nos disparan reflexiones! Yo voto por que la compresión del espacio no nos deja lugar para divagar, literalmente. Me pasa un poco también con el subte, ahora que vivo en escalera.
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