martes, enero 23, 2007

La función del arte que se cuelga (y de posibles técnicas de uso)

Ejemplo ha de ser cualquier museo, en el que un atardecer, la veo a ella parada, enérgicamente concentrada en la contemplación de un cuadro. Traspasando la impresión que en mi genero la obra a uno escasos metros desde donde la miré, ese camino a circular que me tienden alguna combinación particular de colores o no lo sé con exactitud, pero ha ser las formas geométricas o también un intimo saber que el tiempo en los museos grandes corre rápido y no todo puede ser observado con la justa debida concentración.
Ella, de unos 20 años, la supuse tímida por su postura blanda, por lo pálido de su piel, por otro extraño criterio de la percepción. (Recuerdo haber pensado que semejante perjuicio no seria tal, si yo en vez de mirar a ella, mirara un cuadro, en el que ella, la tímida chica de pálida piel y pecas y postura blanda mirara con un interés desconcertante y por momento con una mirada clavada en un mas allá del plano un cuadro de poco interés).
Recuerdo pensar en momento:
“Si una obra de arte es muy mala, el equilibrarla depende del mercado, del museo, de un lugar geográfico de exhibición, de un puñado aristocrático de personas excesivas, de variar cuanto parámetro quede excluido de la misma pintura”.
Avance lentamente, hasta el lugar, el punto donde los ojos sienten la tranquilidad de que el foco es máximo. Algo. Mi movimiento la ahuyento. Los pasos blancos sepulcrales, paso de saber que sabría, de ocultar hasta lo más ultimo la intención primera de observación.
Recuerdo en el último paso al punto de máximo foco, haber pensado:
“Una arandela, que puede ser un Ying-Yang, que puede ser que en todo lo malo podemos rescatar lo bueno, que puede ser vaso medio lleno, medio vació, o una aceituna en la mitad norte de una pizza, que puede ser que yo no y ella si”
Recuerdo también un olor arto desagradable, fétido, de pedo, seguido de una brisa tenue que barría y por momentos intensificaba lo detestable. Recuerdo un intento de inicio teórico sobre una situación medianamente cómica, recuerdo que pensé en algo así como: “El utilitario de la afelpada soledad que rodea a la obra mala”
(en letras de neón y abriendo los brazos del centro del pecho a los laterales simulando efecto cartelera)
Quedo en eso. O en esto mismo que es la mediocridad del texto, que ha de realzarse, tal vez, por su acertada estrechez, al conseguir un lector de baño, de esos empeñados en hacer coincidir el final del acto evacuatorio con el ultimo de los puntos finales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me quedo pensando en el lector de baño y su insistencia mañosa.
también en eso de que "el tiempo en los museos grandes corre rápido y no todo puede ser observado con la justa debida concentración"
eso me asusta/inquieta/aflige un poco

miss emma dijo...

texto colgado en un blog...