jueves, agosto 28, 2008

Sea oportunista!
Después de tanta lucha de los chicos de Clarín, usted por fin puede registrar la web de sus sueños.
(ñoqui.com)

miércoles, agosto 27, 2008

KALI TIJI

Kali Tiji se llamaba el kiosco. Éramos pibes, digo para situar en contexto, no para excusarme. Kali Tiji si mal no recuerdo quiere decir “buena suerte” en algún idioma de la India. Éramos chicos, patinábamos los sábados por la mañana en rollers, por la calle principal que los policías hacían durante de dos horas, a fuerza de impostura y pintura fosforescente, una calle peatonal. El kiosco era un recinto de 2x4, el exterior rojo y superpoblado de letras blancas. El interior con olor a humedad, a cajas de cartón, asfixiante del apile excesivo. Éramos pibes, organizábamos dormidas en las casas patriarcales acéfalas, nos mediamos los pitos con regla de plástico, entrecortábamos en VHS escenas de IT el payaso de la muerte con otras pirotécnicas de Garganta profunda, ingeríamos esos colores brillantes y nos fumábamos con los cuerpos retorcidos de tos el interior de los sobres de te. El kiosco Kali Tiji era un kiosco de morondanga, kiosco de esos cuyo fuerte mercantil se sustenta por la acertada ubicación geográfica (a escasos metros de la calle principal), relegando cualquier atractivo que pueda provenir de su fachada. Un puñado de revistas, una plancha de figuritas de carpeta, letras grandes y blancas, todo puesto en función de entorpecerle al posible comprador la visión interior. Acá entraban los más ansiosos. Fumadores que tenían que noquear el vicio, las madres que debían cortar el llanto pisando la locura. Al kiosco Kali Tiji se entraba por una puerta estrecha, se avanzaba en línea recta (por donde la mercadería permitía), se compraba sin señalar y se salía marcha atrás, controlando la efectividad del movimiento con un leve retorcer de cuello y la mirada de entreojo.
-Vamos a robar una revista- me dijo Andrés.
Éramos pibes clase media, no nos faltaba nada más que la experiencia. Comprobar tangiblemente algunos límites, tensionar la palabra desconocida, raspar la vía publica.
Ahora que pienso, tal vez Andrés no dijo nada, pero en definitiva yo asocio al lenguaje la cuestión del entendimiento, así el error es mínimo. Yo estaba parado a su lado y asentí con un tic de cabeza o pronuncie un “si”.No se de donde había salido esa onda. Creo que Eduardo fue el primero. Como una especie de chiste en otro kiosco venido a menos, de derrumbe inminente, encajado en el alma de un barrio gris naufragando los noventas, atendido por una vieja que no hacia distinción entre los distintos tipos de monedas. Los kioscos eran nuestros bancos y estaban llenos de fallas. A la semana Ema había descubierto el truco para convertir a cualquier empleado en viejecilla. Preguntaba por objetos lejanos, cuestión que el empleado debía alterar su posición estratégica a justa mitad entre guardián de caja registradora y los rendidores diarios o en su defecto encorvarse para llegar al producto señalado, dándole el tiempo de desatención suficiente para seleccionar y esconder en su campera los dulces y pastillas que por su popularidad se encontraban mas a mano. Yo nunca había participado de ninguno de estos timos, ni siquiera podía copiarme en las pruebas del colegio. El miedo que me infundaba era tal que nunca logré hacer foco en una hoja ajena. Pero ese sábado, estaba parado en la peatonal, con los cachetes rojos del deporte y se me invitó al vandalismo. Y yo asentí moviendo la cabeza, o no... tal vez solo dije que “si”.
Ondulamos entere las mareas de peatones que peinaban la vidriera Kalitijiana con pseudo indiferencia. Las revistas se agarraban a una grilla metálica con broches. Así en una primera pasada logramos desarticular el broche, en una segunda tanteamos la viabilidad de sacarla con facilidad entre las otras y en una tercera pasada, actuando un movimiento impulsivo Andrés la agarró. Y una mano agarro a Andrés. Y lo tenían de rehén. Así que a partir de ahí mi papel fue político, entre la ley mayor y la ley oficial, me sentía Bruce Willis (más que nada una cuestión adenalinica). Después del perdón de Andrés (yo estaba a la par como implicado no directo...) exigieron como condición para no llamar a la policía debíamos de comprarles la revista ya que habíamos roto el plástico cobertor. Recién ahí pude hacer foco: era una revista gallega que venia con un CD ROOM. Total novedad, en casa todavía había Atari, ergo: dos cuadrados picando un tercer cuadrado que simbolizaba la pelota y el todo un partido de básquet. Salía como catorce pesos y yo apenas tenia dos y era la mensualidad. Salí corriendo hasta el negocio de los padres de Ema. Ellos tenían un negocio en la galería cercana y eran tipos piolas (tanto que en el ultimo viaje al paraguay Mario le había traído unos Tucanes que criaban en una jaula especial en el quincho de su casa). Murmure un par de idioteces, la temperatura corporal no me hubiese dejado mentir. Catorce pesos, repetí. Catorce. Se los devuelvo en breves.
Y se hizo la transa y nos largaron el sermón de “que nunca más” y que “si había una próxima” iba a ser distinto la cosa. Salimos de Kali Tiji casi paralizados, siendo concientes de nuestra falta. Pensamos en frío: según lo acontecido devolviéndole la plata a los padres de Ema yo quedaba impune. Lo acompañe a Andrés a contarle a su padre de lo sucedido (el dijo que era la única forma de obtener la plata). Yo me sentía doblemente basura. Por un lado por haber estado ahí, haber accedido a participar en mayor o menor medida, por el otro por quedar impune de una acusación directa. Ni bien puse un pie en casa le conté todo a mi Padre. Dio la casualidad que el era amigo del quiosquero y lo llamo y le pidió disculpas. Esa fue la primera vez que decepcione a mi Padre y la última que robe

(bahh, algunas biromes que me llevo del trabajo...)

martes, agosto 26, 2008

Preguntar al foráneo
con la naturalidad
de estar esperando el próximo mate
que que es de la vida de tal
para notar primero un aflore de tensión
en los rostros de la ronda
que dicen no poder creer
engordando sus ojos
profundizando los pliegues
que tal palmo
que tal se fue del mundo
hace rato que se fue
para nunca más volver.

viernes, agosto 22, 2008

Sacandole redito a las cosas
(el señalador de los dulces 26...)


viernes, agosto 15, 2008

Un negro de proporciones enormes. Su músculo menos estimulado triplicaba en fuerza y presencia a mis bícep (músculo en el cual trabaje con mayor insistencia desde mi más temprana adolescencia). Es mas, creo que este tipo tenía un músculo en la mitad de la nariz que no usaba para nada, era para alardear nomás, se podía dar esos lujos.
La cuestión es que en mi sueño este ente de músculos corría a una velocidad sorprendente y sudaba parejo. Con ayuda del sol, tenia toda su piel abrillantada.
Zancadas de metro y medio, las cuales, podría ver gracias a mi exclusiva cámara lenta, se iniciaban en un milimétrico titilar del parpado inferior izquierdo y se continuaba en un tensado en cadena muscular descendente aplicando la física hidráulica de los vasos comunicantes hasta esculpir unas venas del tamaño de tripas a la altura de los gemelos, logrando finalmente el empuje.
Así, este negro, era infalible.
Pero vaya a ser trastabillaba, se caía, algo no andaba bien.
Y nuevamente mis cámaras paneaban en primer plano el dolor de su cara. Sangre embarrando el polvo de ladrillo.
Un plano general, donde el cuerpo entero, ahí nomás, el negro, decide autoauxiliarse. Tamaña mole era funcional en su arquitectura, y disponía de un práctico botiquín encastrado en el interior de su muslo. Así es que se abrían, como dos puertitas de alacena y manoteaba un par de frasquitos, agua oxigenada y unas gasas. Una cajita de tic tac, una Gatorade (era un muslo conservadora).
Después un científico decía que no había mayor evolución posible. Que el cuerpo era el cuerpo y que se le puede exigir hasta un cierto punto, que no se podían correr los 100 mts, por decir algo, en un tiempo más negativo que el cero. “Ergo” decía “ergo, lo único que nos queda es suponer que de olimpiada a olimpiada es la tecnología del cronometraje la que evoluciona y marca los nuevos nuevos record”

lunes, agosto 11, 2008

La cantidad de cosas que se vendieron
(los negocios de la música)

-La cantidad de armónicas que se vendieron gracias a los piojos
-La cantidad de papel picado que se vendió gracias a los auténticos decadentes
-La cantidad de batas que se vendieron gracias a Sandro
-La cantidad de balas de goma que se vendieron gracias a los redondos
-La cantidad de fasos que se vendieron gracias a Marley
-La cantidad de motos que se vendieron gracias a Pappo
-La cantidad de peluche que se vendió gracias a Fito Paez
-La cantidad de aerosol que se vendió gracias a Charly
-La cantidad de alambre que se vendió gracias a Copani
-La cantidad de pijamas que se vendieron gracias a la Bersuit
-La cantidad de dirigibles que se vendieron gracias a Led zeppelin
-La cantidad de forros que se vendieron gracias a Freddy Mercury
-La cantidad de leche que se vendió gracias a Michael Jackson
-La cantidad de afeitabic que se vendieron gracias a Luca Prodan
-La cantidad de piercings vacunos que se vendieron gracias a Aerosmith
-La cantidad de encendedores que se vendieron gracias a Soda Stereo
-La cantidad de celulares que se vendieron gracias a Soda Stereo II
-La cantidad de sopa de verdura que se vendio gracias a Sui Generis